miércoles, 29 de octubre de 2008

EI INQUILINO

Nuevamente ese ruido por la madrugada, las supersticiones con las que crecí me hacían adjudicar aquellos sonidos a las almas en pena, almas que por más que escuchara en casa cuando niña, nunca vi, ni me hablaron, ni cuando les decía palabrotas para protegerme de ellas siguiendo el consejo de la abuela, ni cuando les preguntaba si querían una misa.
Todas las noches era igual “tac - tac - tac”. Aparte de culpar a las pobres almas imaginaba las cosas más inverosímiles; como que el inquilino de arriba era rengo y además sufría de insomnio, así que se entretenía golpeando con su muleta o bastón el piso de madera, también pensaba que podría ser uno de esos fanáticos que por no sentirse solos llenan la casa de cuadros y con tres golpes en la pared de adobe y quincha le bastaba para poner un clavo y colgar la vieja foto de un familiar lejano o quizá alguno ya muerto.
Yo tenía cinco meses viviendo en el primer piso de este dúplex y aun no le había visto el rostro pues él salía muy temprano y yo siempre tarde y corriendo, hasta cierto punto me servía de alarma, pues cuando él daba el portazo al salir de su piso significaba que eran las siete y treinta de la mañana y que máximo diez minutos después debía salir yo.
Aquellos ruidos no hubieran significado un problema de no haber sido tan sonoros y si se hubieran dado en otro horario, pues siempre era aproximadamente a las tres y treinta de la madrugada que resonaban en toda la propiedad.
Todos los días cuando estaba de camino a casa me decía a mi misma, hoy subiré a preguntarle de que se trata, y si realiza allí arriba algún ritual, le diré que está en su derecho, pero que elija una hora más prudente, finalmente cuando llegaba a la puerta y estaba por subir las escaleras, desistía, pues me sentía muy cansada o pensaba que él dejaría de hacer eso, o nada, simplemente me daba flojera subir y por qué no confesarlo, un poco de miedo también.
Sabía que se llamaba Aurelio porque me lo dijo la casera cuando me alquiló el piso: “arriba vive Aurelio”, pero no dijo una palabra más que me diera información sobre el vecino y que me ayudara a develar el misterio de aquel sonido. Creo que ella sabía de él casi tanto como yo.
Una mañana el portazo no se dio y por poco llego tarde al trabajo, esto originó que les contara a mis compañeros acerca de mi vecino que al parecer no dormía, ellos me aconsejaron olvidarme de supersticiones y que hablara con él seriamente, pues interrumpir de esa forma despiadada el sueño de un cristiano, no era nada justo, así que decidí seguir la sugerencia y ese viernes fui totalmente decidida a develar el misterio, la curiosidad me mataba, debo reconocer y bueno era parte de la idea acabar con el ruido que perturbaba mi sueño que de por sí ya era escaso.
Llegué a casa y me sorprendió la escena que encontré, había un tumulto de gente frente a la casona, además de los serenos, policías y otros uniformados. Me abrí paso entre los muchos curiosos y pregunté “¿Qué pasa?” y alguna de las tantas voces respondió diciendo “se mató”, “¿Quién?” repliqué casi sin pensar… “Aurelio”, dijo una voz distinta a la primera.
No salía de mi asombro cuando vi unos efectivos policiales bajar las escaleras llevando con esfuerzo una bolsa negra donde estaba el cuerpo sin vida de mi vecino, lo colocaron sin ningún cuidado en la parte trasera de una camioneta de la policía, detrás salieron el fiscal y otros personajes más, imagino indispensables para la diligencia.
Poco a poco fue circulando la gente, las sirenas de apagaron y el silencio volvió junto con la calma, me quedé parada allí en mi puerta hasta que todo el mundo se fue, no supe ni a qué hora murió, ni como se mató, ni la cara le vi, era extraña la sensación que tenía, me dio pena, eso creo, al menos un poco, es más, hasta sentí que lo extrañaría, pero ¿a quién? si ni lo conocí, en muy poco tiempo me di cuenta que él a mi sí.
Entré a casa, cerré la puerta y al volverme advertí sobre mi mesa un paquete, estaba envuelto en papel de despacho, ese antiguo que ya nadie usa, me acerqué lentamente, con temor y curiosidad a la vez, estaba amarrado con una pita y tenía una etiqueta pegada encima que decía “que duermas bien”, al leerla sin duda alguna mi miedo se triplicó…pero no pude controlar el deseo de saber qué había adentro, así que me armé de valor y lo desaté poco a poco, alejando mi rostro por miedo a lo que vería o a que su contenido saltara sobre mí, cuando lo hube abierto encontré una caja de cartón color verde oscuro, quité la tapa…y me quedé allí parada observando su contenido.
Era un arma, era también la primera vez que veía una tan cerca, me quedé mirándola hasta que me animé a tomarla, sin saber nada de armas de fuego, recuerdo que me pareció que era algo antigua o vieja, en seguida recordé el suceso con mi vecino, y me pregunté si esa arma tenía alguna relación con el suicidio de Aurelio, luego me convencí que no podría ser así, pues de lo contrario el arma no estaría allí, de todos modos acumulé otro misterio, quien y por qué habían dejado esa arma en casa. Coloqué nuevamente el arma en su caja y me fui a dormir.
Sonó el despertador, la etiqueta de la caja había sido premonitoria dormí bien y claro no hubo ruido que me despertara de madrugada…extrañé a Aurelio. Me levanté para ir a trabajar, curiosamente noté que no tuve que salir corriendo y que llevaba tiempo suficiente, camino al paradero recordé el paquete anónimo y lo volví a olvidar. Al llegar a la esquina como todas las mañanas compré el periódico y se hacía referencia en las noticias sobre el suicidio de Aurelio, subía al bus cuando leí la siguiente frase: “Ayer se descubrió el cadáver de Aurelio Márquez, quien según los peritos se habría suicidado ahorcándose durante la madrugada aproximadamente a las tres y treinta del viernes 1 de julio del presente”, sentí espanto al leer la hora del deceso, de todos modos la forma del suicidio me aseguraba que nada tenían que ver el arma en mi casa y Aurelio.
Pasaron algunas semanas, el segundo piso del dúplex fue puesto en alquiler nuevamente, no puedo negar que sentía expectativa por quien vendría a vivir esta vez allí y si esta vez conocería a mi vecino, no había pasado mucho tiempo cuando la casera me dijo: “Arriba vivirá Marco”, y como la primera vez no dijo nada más, en esta ocasión decidí no esperar a que algún trágico suceso me quitara la oportunidad de saber quien dormía en el piso de arriba, así que subí las escaleras, toqué la puerta y el nuevo vecino salió, me presenté y lo invité a un café en casa, aceptó y bajamos. Entramos, alabó mi decoración tradicional y lo dejé en la sala observando, estaba en la cocina preparando el café cuando un ruido irrumpió en el silencio, salí de la cocina casi espantada y allí estaba Marco con el arma en la mano, la cual yo había puesto sobre un estante como una antigüedad, el apuntaba al aire y al accionarla estando descargada sonaba “tac – tac – tac.
FIN

domingo, 26 de octubre de 2008

La herida se cerró

Cuánto te extraño mi dolor, mi pena,
compañera infalibre de mis días grises,
en que a mi lado llorabas mi llanto,
haciendo que quiera de el despedirme.

Me has abandonado y no debías irte,
pues al alejarte sin dejar un rastro,
me has condenado cerrando la herida,
que debía mantenerme firme.

Con tu compañia este amor sin suerte,
hallaba esperaza de olvidarle un día,
pero al regalarme esta calma inerte,
me has arrebatado de mi vida triste.

Por qué añoro tanto tu sentir extraño?
es algo que sólo este amor entiende,
un amor callado que vivir no quiere,
sintiendo por el lo que el no siente.

Inconcluso

Me voy de ti porque me quieres besar,
y te dejo amor como te encontré,
contando una historia que empezó en un bar,
historia de mujer que se atrevió a soñar.
aunque lo calles llegaste a querer,
todo esto que hoy quieres olvidar,
te dices mentiras aun sin comprender,
que algo tan simple no se puede complicar.


martes, 21 de octubre de 2008

¿Alguien me puede responder?

¿Qué voluntades encierra la piel que a la razón domina, al grado que el hombre llega a sumergirse en una vorágine de tormentos, a costa de la nada o menos que eso aun? que no es compañía aquello que estando con uno no se siente, ni se queda.

¿Qué tenemos adentro los seres humanos que buscamos en medio de la oscuridad algo de que asirnos para no caer, cuando haber entrado a esa incertidumbre es estar cayendo ya al vacío y no nos damos cuenta? al grado de creer ver algo en el medio de ese lado oscuro.

¿Qué condición hay que cumplir para iniciar el proceso en el que destruimos parte de la esencia que luchamos por conservar? escudados en aplacar qué soledad.

viernes, 17 de octubre de 2008

Si pues...de Marte y de Venus (2)

Insensible...yo?

Ella: ¿Sabes que ya no existe más aquel hotel?
El: lo sé.
Ella: ¿no te da nostalgia?
El: no me da.
Ella: por lo visto no te importa nada.
El: no, no me importa.
Ella: pero que insensible!!
El: insensible tu que necesitas que exista el lugar.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Si pues...de Marte y de Venus (1)

Por mi.

Ella: te extraño
El: segura?...
Ella: estoy segura.
El: Pero si siempre te hago daño.
Ella: quizá, la verdad no lo sé.
El: cada vez que regresas me amas poco y me odias más.
Ella: no te odio, nunca te he odiado, es que no puedo quedarme contigo.
El: ¿por qué? si dices que me extrañas.
Ella: porque siempre dices algo que me aleja de ti.
El: te vas porque eres cobarde!.
Ella: me voy porque tengo miedo.
El: por eso, eres cobarde.
Ella: no, me voy por valiente!.
El: no es de valientes huir.
Ella: ni es de cobardes querer ser feliz.
El: lejos de mi?.
Ella: si.

domingo, 12 de octubre de 2008

Yo quiero

Hoy queremos publicar el trabajo de una lectora, quien con este aporte se convierte en colaboradora de masqrelatos.


...no es "Contigo"

Yo no quiero amores asexuados,
yo quiero su boca comiéndose la mía,
yo quiero sentir su sexo enamorado,
yo quiero tocar su cuerpo cada día.

Yo no quiero pasiones controladas,
yo quiero sus besos en mis pechos,
yo quiero mas que sertirme amada,
yo quiero ser la dueña de su lecho.

Yo no quiero ser la musa de su prosa,
yo quiero involucrarme con sus poros,
yo quiero que muera por tocarme,
yo quiero entregarme sin decoro.

Yo no quiero rosas en febrero,
yo quiero ser su pasión y ser su lazo,
yo quiero que me ame con verdades,
yo quiero amarlo en cada abrazo.

Yo no quiero ser su fantasía,
yo quiero ser realidad sobre su cama,
yo quiero que me tenga poseída,
yo quiero ser su puta en la mañana.

Yo no quiero promesas ni rutinas,
yo quiero entregarme con la vida,
yo quiero su amor desenfrenado,
yo quiero sentir la pasíon viva.

Yo no quiero un amor que por mi muera.
yo quiero un beso que me mate,
yo quiero revivir con sus caricias,
yo quiero un hombre que me ate.


Marcia Campos

viernes, 3 de octubre de 2008

Opio

Extraño el calor del único miércoles que recuerdo,
no lo llamo, no lo intento, ni lo entiendo,
pero regresa a mi sin llamarlo y sin quererlo,
corrompiendo mis sueños sin descanso,
como un intruso que perturba la paz de mi silencio,
conciente del cariño que me niega, yo le olvido,
pero al tentar la suerte de todos los recuerdos,
reconozco muy a mi pesar que hay algo cierto,
que en el intento de olvidar acepto qué he querido,
más aun cuando mi piel estando adormecida,
revive una vez más la tibieza de su cuerpo.

jueves, 2 de octubre de 2008

Carlos Daniel

... a mi hijo
Yo soy nada y lo soy todo me dices al oído,
Yo no escucho las horas de tu llanto,
Yo no siento las risas de tus voces,
Yo no he muerto aun ni he nacido,
Yo no lamento todo lo vivido.

Ni sé de libertades ni de lazos,
Ni conozco las grietas de tus manos,
Ni comprendo porque no estoy contigo,
Ni entiendo del amor que no has negado,
Ni te amo ni te odio ni te siento.

Yo sólo sé lo mucho que has amado,
Yo conozco tu fuente de amargura,
Yo mas que nadie te he calmado,
Yo te he dado muchas horas de locura,
Yo te amo aun estando separados.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Sola

Todos aquellos hijos que engendras en tu entraña,
enredan, aturden y confunden tu propia naturaleza,
la humanidad te escucha hablar con tus mil voces,
voces que cantan, que arrullan y que alcanzan
a entonar el latir de corazones que te llaman.

Qué extraño ser constituyes en los mundos,
de las almas que sin piedad abandonas y condenas,
ya no quieren los hombres de la tierra la entereza,
que traes a sus moradas, ni a sus tumbas, ni a sus penas,
no soportan tu consuelo ni en sus horas de tristeza.

Pero el ser que te hizo presente eternamente,
no se arrepiente ni lo hará de haberte dado forma,
aunque te hayas adueñado de sus noches y sus días,
pues completa tu presencia la esperanza de una vida,
en un mundo de luz que tu silencio no domina.