miércoles, 3 de febrero de 2010

¿Quién se llevó a Mara?

Capítulo I
Ya era la tercera o cuarta vez que Mara se citaba con un mismo hombre que conoció en internet, y por alguna razón él siempre llamaba para cancelar, esta vez él le suplicó que le diera otra oportunidad y ella sucumbió, lo había visto por la webcam varias veces y Jóse le agradaba mucho. Acordaron salir el domingo.
Llegó el día, Mara salió de su casa con destino al lugar acordado, una muy conocida iglesia, tomó un taxi en la avenida, estaba apurada, llevaba cierto retraso y como él había desistido las veces anteriores, Mara temía que de llegar tarde él no la esperaría, el taxista se equivocó y se pasó un poco del camino, no quedaba otra que retomarlo, eso la retrasaría más, y se puso nerviosa, finalmente llegan al del punto de encuentro, baja del taxi y camina un poco, viste de forma muy sencilla y sobria, blusa clara, pantalón negro, zapatos negros de tiras y tacos medianos, solo lleva su cartera en la mano y un libro…”Alguien que me quiera” de Giselle Klatic, camina despacio, piensa: (¿estará?)…sigue su paso, llega a la puerta de la iglesia, mira bien todo, no hay nadie, hasta que ve junto a un poste de luz a un hombre, se pregunta: (¿será él?)...se acerca un poco más…(no, no puede ser, él más grueso, más simpático), lo mira bien…concluye…(no, no es el)…decide cruzar la peatonal para apoyarse en esos cubículos de concreto que hay al borde de las veredas, allí se apoya en uno de ellos abre su libro e intenta leer, de rato en rato levanta la mirada, lo busca, cree verlo en cada hombre que se acerca, pero no lo encuentra…vuelve al libro, mira su reloj, los minutos pasan, decide contarlos de cinco en cinco, ya pasaron quince, un espacio de las bancas se desocupa, a un lado queda un hombre, se acerca y dice: ¿puedo?, el hombre baja el periódico que lee y le cubre el rostro y le responde: “claro cómo no”…Mara se sienta y abre su libro, sigue mirando el reloj, vuelve a mirar al hombre que un principio creyó que era Jóse…lo mira tanto que su mente se confunde y empieza a creer que quizá si es el, que la cámara cambia a las personas, que ese hombre también espera a alguien, pues también observa su reloj de a ratos y la mira a ella o por lo menos eso le parece a Mara.
Mira el reloj una vez más 20:37, él nunca apareció, se siente triste, mas sola que nunca, el parque se hace enorme, y la iglesia frente a ella también, un nudo en su garganta la asusta, mentalmente se dice a si misma: (no llores Mara, no llores por favor), hace un esfuerzo lee una líneas de su libró para “cambiar de ambiente”, ya pasó, ya se recuperó, ella tiene experiencia con la decepción….respira hondo y duda en irse, aun guarda la esperanza…voltea, mira al hombre del periódico y le dice en una sola frase y de un tirón como para sacarse la espina ella sola: “míster dígame una cosa, ¿esperar a un hombre más de media hora, ya es mucho no?”, el hombre la mira, no demora nada y como si hubiera estado en sus pensamientos, le dice: “si, ya es mucho, no lo espere más”. Mientras cruzaba esas pocas palabras con a aquel desconocido ella se percató que la mujer esperada por el hombre del poste había llegado y se habían ido juntos.
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Capítulo II

Ella se levanta, vencida e inmensamente triste, preguntándose ¿Cómo las personas podían hacerle cosas como esa a otros seres?, ignorando por completo las ilusiones que estos se hacen, en fin, debía dar algunos pasos más, se dirigió hacia la avenida a tomar un taxi a casa, pero a medida que iba avanzando hacia vio un conocido café, un lugar del cual ella gustaba mucho, tenía aun su libro en la mano, sentarse, tomar un café y leer su libro seguro la harían sentir mejor.
Ya instalada en una mesita exterior, pues tenía el hábito de fumar, se dispone a leer su libro, cuando una voz la interrumpe diciéndole: “¿puedo?”, ella levanta lentamente la mirada reconociendo el atuendo hasta que se da con los ojos de aquel hombre del parque, tenía un café en la mano y aparentemente no había más sitio en el lugar, así que aun cuando la idea no le agradó mucho, tuvo que aceptar, y dijo: “sí, claro cómo no, tome asiento”, él aclaró: “no hay otro lugar y yo también fumo (mirando el cenicero y el cigarro pendido sobre la mesa), se sienta, coloca su café en la mesa, ella le sonríe algo temerosa, pues Mara ya había empezado a pensar que era algo extraño que el hombre la siguiera, porque eso creyó ella, que el sujeto la había seguido desde el parque al café o que por lo menos la había estado observando y decidió acercársele.
Hubo un silencio que ella no sabía si romper o no, Mara es muy conversadora, así que pensó que ya estaba ahí, que ese hombre había sido amable con ella, y quizá no la siguió, solo fue una coincidencia, así que decide hablarle y le pregunta: Dígame: “¿Y Ud. qué hacía en el parque?” a lo que él respondió: bueno aunque no lo crea yo también esperaba a alguien que nunca llegó, a un amigo” Mara dice: “¿ah sí? vaya que coincidencia…” y en tono de broma agrega: “solo que no creo que usted esté triste” ¡ja, ja, ja! risas por parte de ambos, ¡listo!, el hielo está roto, Mara domina el arte de la conversación.
Inician así una plática algo entretenida, en esa conversación ella comenta que había conocido a Jóse en internet y que por lo que él decía de sí mismo a ella le pareció que él podría ser para ella un buen amigo o quizá algo más, el hombre escucha toda la historia pacientemente, al parecer comprende que ella necesita sacarse todo de adentro para poder superar el plantón, cuando ella termina, el hombre le cuenta su propia historia de cómo conoció a su esposa en internet, una mujer española, Mara también escucha la historia de aquel hombre con una mujer extranjera que había decidido viajar a conocerlo aun cuando éste le había dicho su verdad, que consistía en su humildad, su trabajo en un mercado, su falta de estudios, etc. y cómo aun así ella había decidido dejar su país, conocerlo y posteriormente convertirse en su esposa.
En un momento Mara comenta: “bueno no todos tienen tanta suerte como ustedes, entre usted y su esposa todo salió bien”, él dice: “si eso es verdad pero también es cierto que cada quien decide si creer o no en lo que otro dice, por ejemplo usted ha continuado creyendo en un hombre que había cancelado citas anteriormente”, sintiéndose algo tonta Mara se volvió a entristecer.
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Capítulo III
La hora había pasado sin darse cuenta, 22:30, el café se acabó, ella no había leído su libro y era hora de irse, pues debía trabajar temprano al día siguiente así es que se puso de pié y dijo: “Bueno le agradezco mucho la compañía y la plática pero debo irme ya”, extendió su mano hacia el hombre y añadió: adiós, el hombre correspondió el gesto dándole la mano y dijo: “por favor no lo considere usted un atrevimiento, pero si desea la puedo llevar a su casa”, ya ella le había comentado que vivía cerca, “no, no por favor no se moleste, no es necesario, yo tomaré un taxi, estoy acostumbrada”, él dijo: bueno está bien solo deseaba ser atento pero si usted prefiere lo dejamos así”, concluyó ella el casual e inesperado encuentro diciendo: “si, es usted muy amable, bueno nuevamente gracias y adiós”.
Salió del café camino a la avenida, sin mirar atrás, extendió su mano, detuvo un taxi, negoció el precio, subió y se acomodó para el corto viaje, llegó a casa tranquilamente y sin contratiempos, decidió poner su mente en blanco y se dispuso a dormir.
Por la mañana…08:30 Suena el teléfono en casa de Mara contesta su madre: “Aló, buenos días, no, Mará no está, está trabajando”, al otro lado del teléfono una voz le dice: “No señora Mara no ha llegado, por eso llamo para ver si está enferma o algo así”, silencio y confusión, “¿pero cómo?, ella salió de aquí como siempre temprano” la madre se asusta (que raro piensa, ¿le habrá pasado algo?) Corta con la persona en el teléfono, y marca el celular de Mara, el cual ella no sólo no contesta sino que además suena como desconectado. La madre llama a sus otros hijos, la familia se entera, las horas pasan, nadie sabe nada, la policía dice que hay que esperar 24 horas, todos están desesperados, la gente entra y sale de la casa, se dicen cosas entre rincones, ¿Se habrá ido con alguien?, ¡El taxista, seguro ha sido el taxista!, una tía dice: ¡ésta chica cuantas veces le dijimos que tomara buses y no taxis!, y otra advierte: ¡que nadie ocupe la línea!, la madre y los hermanos ya no saben qué hacer, ya dan las 12:00 del día, la noticia corre entre vecinos y conocidos, ya también en el trabajo todos sabían de su desaparición. Pasa la tarde, llega la noche, Mara no aparece, está perdida, como es lógico empiezan las ideas graves, las mas atemorizantes, las que nadie quiere pensar, ¿Qué le han hecho?, ¿Estará bien?, ¿Por qué a ella?, ya nadie dice nada, todos piensan mil cosas, pero nadie dice nada, en esos casos es quizá mejor así.
La madre de Mara se va a su habitación sabiendo que no dormirá, piensa (siempre me dice a donde va y con quien y a veces hasta lo que hará, pero anoche no dijo nada, ¿con quién habrá estado?, ¿haciendo qué? quizá en internet conoció a alguien que se la llevó.
Al día siguiente por la mañana llegan otros familiares, ella espera son las 8:30 llama a la policía, en el barrio hay uno que es amigo, uno de los hermanos sugiere revisar la computadora, para ver con quien había estado conversando la noche anterior, entran revisan todo, ingresan al chat y se dan con la ingrata sorpresa de que no hay nada grabado, el hermano exclama:”¡Pero si Mara graba todo!”, y otro hermano, el mayor dice: si, pero en su disco portable, y ese siempre lo lleva con ella, no había rastro alguno de nombres, citas, referencias, nada, Mara solo usa su laptop como centro de trabajo, más no guarda nada allí, no había nada que hacer, por allí no lograrían ninguna información, para ese momento la policía ya había iniciado la búsqueda, preguntas y visitas a los lugares que mas frecuentaba, amigos, compañeros de trabajo, etc. y nada.
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Capítulo IV
Ya son 48 horas, después de ese tiempo cualquier cosa se puede esperar, ya todo es llanto y lamentos, algunos familiares se resignan, esperan escuchar el teléfono con la noticia fatal, pero del mismo modo aun guardan esperanzas, que Mara se haya ido con un amor, cosa poco probable, que haya sufrido sólo un accidente y estuviera inconsciente en algún hospital sin poder dar nombre ni razón, etc.
Suena el teléfono, la madre dice: ¡yo! ¡Yo contesto!...corre, levanta el auricular, dice: ¿Aló?, silencio…¿Quién habla, quien es? todos estaban callados esperando cuando la voz de un hombre joven contesta: “no señora, estoy buscando a Mara”, viene la desilusión, “ah…no, ella no está” él contesta: bueno le dice que la llamó Antonio por favor” la madre no cuelga: “¿Usted de donde conoce a mi hija, de internet?, algo extrañado por la pregunta contesta: “No, la conocí el domingo, en el parque de la Iglesia, ella esperaba a alguien que no llegó, tomamos un café y me dio su teléfono, por eso la llamo”, la señora dice: “mi hija desapareció la mañana del Lunes, ¿sabe usted con quien se iba a encontrar el domingo?, él dice: “no señora, solo sé que ella le llama Jóse, pero también sé que él no llegó, por eso nos pusimos a conversar nosotros dos”, ella agrega: “si usted llegara a saber algo, llame por favor…gracias”, cuelgan…en el anexo el policía encargado había escuchado toda la conversación y comenta que no cree que ese hombre tenga algo que ver.
Un día más, 72 horas después las probabilidades de algún cambio positivo se van con el tiempo, la idea ya esta insertada en el imaginario de la familia, día a día, la casa se ha ido quedando vacía, solo quedan los familiares más cercanos y a ratos la policía. La mañana es lenta, más pesada, cada evento es más denso, es como si la vida sucediera en cámara lenta, como si el tiempo no pasara, pero pasa, y pasa con angustia, con incertidumbre, con desesperación a ratos.
De un momento a otro la madre recuerda que Mara toma notas en las páginas vacías de sus agendas pasadas, es cuando las busca, encuentra tres que revisa minuciosamente con los hermanos, y entre tantas notas y apuntes encuentra una nota que sobresale y que dice: lunes 6 am en el mirador, ella se asusta, piensa que su hija estuvo tan cerca esa mañana, a tan solo unas cuadras de su casa. Los hermanos deciden ir a ese lugar a buscar alguna señal, en ese mirador suele haber siempre la misma gente que va a mirar el mar, pasear a sus mascotas o hacer ejercicios…quizá alguien la vio.
Al llegar al mirador, miran hacia todos lados y preguntan a toda persona si la han visto, llevan una foto de ella, no reciben más que respuestas negativas, se resignan, hasta que uno de ellos ve a un hombre de apariencia oscura y dudosa en una esquina y quiere preguntarle pero el otro hermano descarta la posibilidad de que ese hombre sepa algo, el hermano mayor insiste y se acerca: “señor, disculpe, estoy buscando a una persona ¿podría decirme si la ha visto por aquí?” mostrándole la foto, el hombre los mira y con miedo responde: señor, yo no hice nada, sólo les pedí un sencillo nada mas señor, yo no hice nada”, mientras caminaba de espaldas alejándose de ellos, ellos no lo dejaron irse y lo interrogaron: “¿Qué? ¿Cuando la viste? ¿Por qué dices ellos, estaba con alguien? ¡¡ Habla!!, entendieron el miedo del sujeto, lo calmaron, le dijeron que no le harían nada, hasta que el hombre respondió: “si, ella estaba con un chico”, ellos completamente sorprendidos dicen: ¿Con quién?”…el hombre contesta: “yo la vi, era un joven como de 20 años”…uno de los hermanos exclama entonces, “¡No! ¡No! ¡No! el mocoso ese, le dije, le dije que ese chico tenía problemas”, ante la sorpresa del hermano mayor, el otro le comenta que Mara había conocido en la red a un joven que parecía necesitar alguien que le escuche y ella había decidido hacerlo porque consideraba que el joven alejado de sus padres necesitaba ese apoyo, también ella le había comentado sobre las ideas raras y radicales de aquel joven que parecía algo confundido. Preguntaron al hombre si había visto algo más: el hombre les relató como éste se le había acercado a pedirles dinero y Mara y el chico se habían retirado con temor y rápido, y que los vio alejarse por una calle.
Regresaron a la casa, relataron todo a quien allí esperaban, y decidieron buscar en toda la casa hasta encontrar algún dato de aquella persona con quien Mara se encontró el lunes por la mañana.
Inesperadamente recordaron que Mara grababa sus claves de las redes sociales en su laptop para no tener que reingresarlas, entraron nuevamente a su computadora y al abrir las web de dichas redes, revisaron uno a uno los perfiles de sus contactos hasta que encontraron uno que correspondía a Augusto Orestes Mendoza de 23 años, era el más joven de todos, había otros jóvenes pero eran alumnos, con quienes Mara no solía tener amistad o contacto personal, sólo académico, éste joven les llamó la atención porque no tenía contactos en su página solo a Mara y la foto que colocó estaba de perfil casi no se podía ver el rostro. Ya tenían un nombre, se lo dieron a la policía quienes de inmediato iniciaron la búsqueda.
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Capítulo V

No fue difícil hallar el domicilio al cual se presentaron y al preguntar resultó que Augusto estaba de viaje, había partido para Venezuela, registraron los informes de salidas internacionales, él no aparecía en las listas, sabían que seguía en el país, buscaron en sus centros de estudio, entre los amigos, hasta dar con Dante, amigo de Augusto Orestes, quien no supo ocultar la verdad, Augusto estaba escondido en casa del amigo, lo detuvieron y esposaron conduciéndolo a la comisaría del distrito, en donde el joven ya resignado desde un primer instante, contó lo sucedido aquella mañana del lunes en su encuentro con Mara, “todo estaba bien dijo, todo lo hubiera estado si no aparecía ese sujeto” (pensaron en el sujeto del mirador, el que dijo que no les había hecho nada)…Orestes inició con inusitada tranquilidad el relato:
“Esa mañana habíamos decidido vernos por primera vez, Mara era mi amiga, la conocí en internet, llevábamos meses conversando por chat y por teléfono, se hizo mi amiga y era lo más cercano a una pareja que yo tenía, unos días antes habíamos aclarado las cosas después de una pelea y fue ella quien decidió que no teníamos que esperar más para vernos, así que hicimos la cita para el lunes…esa mañana nos encontramos, nos sentamos en una banca y iniciamos una conversación, como las que ya habíamos tenido por teléfono, pero pronto tuvimos que cambiar de lugar hacia el muro que da forma al malecón, porque un indigente se nos acercó y ella se asustó, cuando estábamos más tranquilos apareció un hombre que la llamó por su nombre y le dijo en un tono imperativo -Así que decidiste ir por una segunda opción- ella volteó a verlo y sumamente sorprendida contestó: -¿Jóse? Y reaccionó diciendo ¿Cómo te atreves?, ¿Qué haces aquí, que pasa?- el sujeto notoriamente molesto le dijo que el día domingo no había podido llegar porque su madre había enfermado, que la había ido a buscar antes de que ella saliera al trabajo para poder explicarle, que la siguió, sin saber bien en qué momento hablarle, solo para descubrir que tenía una cita con otra persona. En ese momento comprendí o al menos eso creí que Mara había mantenido una relación con ese hombre y conmigo al mismo tiempo, y no pude soportarlo, le reclamé el engaño, ella frunció el ceño muy molesta y me dijo: “Cállate Augusto no sabes lo que dices”, eso me enfureció tanto que me volví ciego, Mara era mía y ese tipo me la quitaría, era un hombre mayor y yo solo un chico, ella me lo había dicho muchas veces “eres un mocoso”, esa frase retumbaba en mi mente, pero entendía lo que mi mente me ordenaba que era eliminar a mi enemigo y así lo hice, ella nos miraba a los dos, en su mirada había confusión, ellos discutían cuando lo empujé con tal fuerza exigiéndole que se fuera que cayó con por detrás del muro y quedó al filo el abismo, ella cruzó el muro rápidamente, y con desesperación trató de ayudarlo, comprendí que él era más importante que yo para ella y no soporté el dolor, yo no podría vivir con eso, así que acercándome a ambos la empujé, para que cayera con él, ella se resistió un poco, logré empujarlos y desaparecieron los dos en el vacío, miré alrededor, aun estaba ahí su cartera, la tomé y me fui de allí” me deshice de sus pertenencias e inventé un seminario en Venezuela para poder irme de casa sin que mi hermana sospechara nada, fui a casa de Dante y sin contarle nada le solicité quedarme ahí unos días hasta decidir qué hacer”.
La policía y el hermano menor de Mara habían escuchado el escalofriante relato, pidieron reportes de las personas encontradas y allí estaban, Jóse y Mara, por las descripciones eran ellos, pero no se los había podido identificar antes, los cuerpos fueron encontrados al fondo del barranco uno junto al otro. Los policías informaron al muchacho que Mara nunca antes había visto a Jóse y que éste había faltado el domingo anterior al que sería su primer encuentro, Augusto comprendió que había asesinado a su amiga por una razón inexistente.
Mara era una mujer como tantas, madura y sola, que ingresó al mundo de las redes sociales y chats buscando a ese ser especial que se convierta en el compañero ideal, quizá historias con finales felices como la de Antonio nos anime a buscar en esto medios llamados virtuales. En su búsqueda ella no encontró al compañero pero creyó quizá otro tipo de compañía, la que podía dar una mujer sin hijos a un hijo con una madre lejana, ella encontró a éste joven y quiso ayudarlo, el se confundió y acabó con la que podía haber sido su oportunidad de emerger de las profundidad oscura y confusa en la que vivía. La pregunta quedaba en el aire ¿Por qué después de la decepción con Jóse ella asistió a una cita donde podría salir decepcionada también?
Porque la bondad de ser humano no piensa y a veces nos expone y en nuestra búsqueda personal simplemente no nos damos cuenta.

FIN