Abrazaré cada una y todas mis promesas,
de olvidarte un poco cada día,
pero no dejaré mi sueño entre tus brazos,
por temor a que un día lo hagas trizas.
Prometo que este día acabará tu tiranía,
te quitaré las riendas de ésta mi tristeza,
y el sadismo del dolor que llevas dentro,
no volverá a hacer de mi espíritu su presa.
Me arrancaré una a una todas tus espinas,
de raíz como se arranca la mala hierba,
porque no hay mal que dure cien años,
ni un amor de hierro que lo resista.