miércoles, 13 de mayo de 2009

Madrugada

Miro sobre las montañas de color canela,
y recibo deseosa la miel con la cual las bañas,
de tu fuente nueva de humedad eterna,
se alimentan mis ojos, mi ansiedad, mi calma.

Madrugado ser que la mente impulsa,
ha nacido entre dos que jamás besaron,
como besa el sereno de un día que jamás acaba,
que vive en tu voz y en todas tus palabras.

Un abrazo infinito me acaricia el alma,
y el beso que no diste me calienta el cuerpo,
pero más me acoge tu sabor eterno,
tu razón, tu genio, tu batalla interna.