Yo tengo un dios mas allá de todos los dioses,
un dios que no condena, ni castiga, ni te ama, ni da pena,
que cada noche me da sin quererlo un poco de su gracia,
y que está en cada uno y en todos los rincones,
de este cuerpo que se flagela en penitencia por su vida.
Yo tengo un dios al que no le rezo, ni doy gracias, ni le pido,
un dios de rostro frío, de sonrisa lúdica, de mirada escondida,
que de cuando en vez te entrega una caricia,
y en cuyas manos he puesto mi ser innumerables veces,
para que haga con el su voluntad aquí, allá y sin medida.